viernes, 9 de octubre de 2009

Juan Carlos Superman, alias el Negro - Tercera Entrada

La vida en Buenos Aires una vez que te acostumbras a que te griten: - Negro de mierda!!!!- no es tan mala. No sé porque la gente nos tiene bronca, será porque los blancos no tienen los genitales que nosotros tenemos y porque atraemos muchas mas mujeres que ellos, por el mismo tema de los genitales.
Mas o menos la necesidad de comer desesperada que tuve el primer mes la fui superando con los numerosos empleos, todos mal pagos, cuando me pagaban, que tenía. Fijo estaba en un circo bastante pedorro de la Boca,era quien se le animaba al Leon para darle de comer, aunque viejo y con una terribles cataratas, el león de vez en cuando se le animaba al tarrascón, por suerte gracias a mi rapidéz africana, nunca pudo agarrarme, no como al enano que una mañana le pedí que me cubra y bueno... conocí lo que es un "velorio" en Argentina. El circo era uno de mis trabajos y era mas que nada matinal, me aburría mucho por las tardes, por lo que le pedí al dueño del circo sino podía soltarme la cadena que me mantenía atado, según él, para cuidarme de los "secuestradores de negros", y poder tener otro trabajo por las tardes. Es así como me emple gracias a mi amigo africano del cual les conté, de payaso en Plaza Cerrano, lugar bastante pintoresco. Ganaba bastante dinero haciendo monerías a los niños, llamaba mucho la atención, por un lado a los niños,porque era raro ver a un payaso negro, y a las madres de los niños, porque mi traje dejaba entreveer el terrible pene que portaba, y mas de una vez terminamos detrás de los arboles con esas lindas blancas, algunas estaban bastante bien, otras ahí pasaban, pero lo bueno era que yo penetraba, no como en el viaje desde áfrica, donde era penetrado hasta en la hora de la comida... penetrado... que buena palabra.
Como les contaba, tenía trabajo a la mañana, a la tarde, y tambien supe tener un trabajo a la noche, en una discoteca gay y para travestis en Caballito, no solo para esas orientaciones sexuales, el filtro de la entrada era un gordo mal oliente al que había que darle un beso en la boca, "con lenguita" decía Moncho, el gordo, y tocarle el paquete, que como era blanco, lo tenia re chico, bue,comparado conmigo, todos son chicos. Si hacias esas dos cosas podías entrar a un mundo lleno sexo, drogas de todo tipo, y zoofilia, un clásico del lugar.
Con estos tres trabajos que les comenté llegaba a los 15 pesos diarios, todo una fortuna, si lo supieran en mi aldea en África, estarían orgullosos de mi.
En la próxima les comento como fué que conocí a Prospero.

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