Caramba, ese muchacho tiene los ojos rojos y achinados, esa media sonrisa, esas ojeras y el apetito voraz que demuestra su gran banquete anuncian que ya llegó un conocido efecto colateral producido por fumar una sustancia prohibida. Ya se bajó un tarro de dulce de leche, dos bananas, una longaniza, una mortadela bocha y torpemente ha intentado cerrar la puerta de la heladera pero dejando la cabeza adentro.
Pero el problema no es ese. Sino que el consumo indiscriminado desordenado y apresurado de alimentos puede provocarle todo tipo de desordenes y serios problemas estomacales.
Acordate: quedar medio estúpido puede ser un problema, pero un empacho, una gastritis, o una peritonitis puede ser peor.
Es un mensaje de la Organización Mundial de la Salud en el año internacional de la prevención del hambre que pinta con el bajón
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