Ante todo, y como todos saben, soy economista, por lo cual se los trasfondos y menesteres de la profesión. La elaboración de esta nota se originó a raíz de una clásica charla de asado, en la cual mi cuñado me consulto “para vos, ¿qué profesión tiene más hijos de puta?, y mi respuesta inmediata fue economía. Y mi fundamentación fue la siguiente.En primer lugar, hemos generado un lenguaje muy careta, todo tiene nombres propios y divertidos (“esquema de Ponzi”, “Q de Tobin”, “curva de Fischer” y tantas otras memorables), es como una “palermización” de la profesión. En segundo lugar, ese lenguaje careta excluye de los debates a los “pata al suelo”, por ejemplo –“no nos queda otra que romperte el culo con base en el desempleo, porque el derrumbe de los derivados financieros surgidos a partir de las subprime condicionó fuerte a agentes con hojas de balance muy apalancadas”-. Si la cajera de Coto no entendió esto, se jode. En tercer lugar no existe mala praxis para un economista. Si no me creen, fíjense el increíble nivel de ventas que tiene el último libro de Cavallo. Los economistas podemos fundir un país entero y lograr que después nos aplaudan en el extranjero. A ver si los abogados o los contadores nos pueden superar, eh?, pueden, naaaaaahhh, síganla mamando.
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